Permítanme que me presente; soy Paperback Writer, un hombre de honor, pero de escasa fortuna, que escribe novelas baratas de estilo petulante y carácter romántico que ya nadie lee (ni compra), por lo que me veo obligado a hacer chapucillas como esta para jovenzuelos, que no lo son tanto, y así sacarme unos cuartos y mantener casa, hacienda y honor en un estado, digamos, lineal.
Soy de Madrid y estoy a punto de cumplir 80 años.
¡Salud!
Como primer cometido me han encargado cubrir una exposición que termina, la de un señor chino llamado Liu Bolin, ¡y nada menos que en el Palacio de a Gaviria!
En la calle Arenal se levanta este magnifico palacio, otrora la casa y el castillo del rico banquero del siglo XIX Manuel Gaviria.
De siempre ha estado aquí el Palacio de Gaviria, enseñoreando las calles de Madrid. Se decía que tenía 13 salas, a cual más lujosa, y que se celebran fastuosa a fiestas. Mi abuelo me contaba que se podía ver, desde la calle, a los invitados divertirse en el balcón, y a más de una dama adolescente de alta alcurnia darse besos con un joven cadete a punto de ir a vaya a saber usted qué guerra.

Foto: esmadrid.es
Este formidable palacio, que es una obra de arte en sí mismo y merece la pena visitarse solo por ver cómo es por dentro, cuenta con frescos decorando paredes y techo, pintados por Joaquín Espalter y Rull, un pintor conocido en la época.

Foto: esmadrid.es
Es especial resaltar el fresco del techo del lujoso salón de baile, al que acompañan unos inmensos espejos y varias lámparas maravillosas que cuelgan del techo, dando todo una impresión de belleza ya absolutamente perdida. Las galerías, los pasillos, los cuartos de estar… Hasta los magníficos “excusados”, con su grifería en forma de dragón y el lavamanos de mármol, imitando a una gigantesca concha marina.
Lamentablemente, durante la década de los años 90 y hasta bien entrado el presente siglo, funcionó como discoteca y es que yo no quiero ni pensar en los daños ocasionados por el retumbar de la música, el humo del tabaco y la acción de la gente por ahí alcoholizada perdido y Dios sabe qué más. Afortunadamente, se recuperó como sala de exposiciones y es ahora el uso que se le da. No es un mal final para uno de los edificios palaciegos más lujosos de la época, influenciado directamente por los palacios renacentistas italianos.
Bueno, que me ando por las ramas,
Pues este señor chino, Liu Bolin, es en realidad un fotógrafo que hace unas fotos bien bonitas donde él se mimetiza con el entorno. Como lo leen, queridos lectores. Este caballero va, por ejemplo, al maravilloso Coliseo de Roma, se pone en medio de las escalinatas y luego vienen unos señores y lo pintan al señor chino para que su figura se confunda con el paisaje.
Yo no sé mucho del arte nuevo este, pero la verdad es que resulta impresionante ver lo bien conseguido que están los disfraces de este señor, y es divertido adivinar ahora dónde se encuentra, camuflado en un cartel chino o en una tienda de chucherías o confundido entre las basuras de una gran ciudad.
Si pueden, no se lo pierdan. La entrada es cara (aunque yo entro gratis por esto de que me conocen) pero merece la pena no solo por el continente sino por el contenido. Lo divertido es ampliar las fotos y descubrir dónde se encuentra este caballero. Y si se aburren del señor chino, pues siempre pueden admirar todo lo que es el palacio en sí.
Hasta aquí mi primera aportación, que es corta pero es que yo es la primera vez que escribo en un medio de estos. Ha sido un placer asomarme en esta página de Internet de estos (ya no tan) jovenzuelos y espero que nuestra colaboración dure muchos años.
Las fotos para este artículo las encargué al estudio de Maurice Seymour, excepto donde se indique.
Imagen de portada: maravillasocultasdemadrid.com
Un Saludo.