ARREBATO.
Dirección: Iván Zulueta.
Intérpretes: Eusebio Poncela, Will More, Cecilia Roth, entre otros.
Género: Terror de la Transición drogata y pendenciero.
País/año: España/1979.

Pintetest.com
Cuando terminó “Arrebato”, en 1979, al director, Iván Zulueta, le costó encontrar una sala que la exhibiera. Al final se pudo hacer en el desaparecido Cine Azul de la Gran Vía de Madrid y se estrenaría en 1980. En tiempos de la pre-Movida madrileña, cuando todavía en Madrid triunfaba el llamado Rrollo y el Rock urbano, el largometraje no tuvo éxito y ninguna repercusión. Durante el resto de la década, “Arrebato” fue saludado como film de culto y no fue hasta los años anteriores y posteriores al cambio de siglo cuando se le colgó el sambenito de “obra maestra”, fue estudiada obligatoriamente en las escuelas de cine, se pasó por la televisión y, en fin, se encumbró veinte años después de su estreno.

Iván Zulueta, centro, en un momento del, ejem, rodaje. Foto: juliomede.org
¿Por qué elijo “Arrebato” como ejemplo de película cuyo ritmo y montaje sean radicales? Sobre todo por una razón de paso: “Arrebato” es un homenaje al montaje y es montaje en sí mismo. Y no hablo solo del montaje físico de películas que se ve en la pantalla desde el primer metro del filme, es que también se da en esta película un tipo de montaje totalitario, íntimamente ligado a la historia que se cuenta.

Will More. Foto: cuartopoder.com
José Sirgado (Eusebio Poncela) es un director de películas de terror de serie B, en pleno estancamiento creativo y adicto a toda clase de drogas. Por casualidad conoce a Pedro (Will More), un muchacho que vive para el cine, sin comer, sin casi dormir, “captando la realidad” con su cámara de Super 8. Aunque solo se ven una par de veces, el encuentro para el sensible y huidizo Pedro es decisivo en su vida, sin embargo, a Sirgado no parece llegarle más allá de haber conocido a un tipo pintoresco.

Cecilia Roth. Foto: Amazon.
“Arrebato” empieza “in media res” o, mejor dicho, empieza dos veces (o quizás tres) y, como un juego de rayuela, se puede leer al menos de más de una forma. En los momentos iniciales del filme, tras verse cómo Sirgado monta su nueva película, “La venganza del Hombre Lobo”, recibe un misterioso paquete del tal Pedro, al que apenas recuerda, pues cuando ocurrió el encuentro con él, fue un año atrás. En ese paquete están incluidas una cinta de casete de audio, una cinta de película Super 8 y una llave.

Eusebio Poncela. Foto: stratosfear.com
Sirgado escucha primero la cinta de casete. La voz de Pedro empieza a relatar una historia. Aquí empieza el curioso montaje sonoro que va a dominar el resto de la película. Mientras se escucha de fondo la voz de Pedro, se solapan imágenes de la vida de Sirgado. Su casa, que es un desastre; su antigua amante, Ana (Cecilia Roth), que aparece de improviso. Las discusiones violentas de la pareja se solapan con la voz de Pedro y ambas conversaciones se entrecruzan. Muchas veces, lo que se oye no tiene correspondencia con lo que la cámara está narrando.

“I am a camera”. Foto: docplayer.com
Se intercambian “flashbacks” con los recuerdos confusos que Sirgado tiene del joven. La película se detiene entonces entre el encuentro entre el cineasta profesional (Sirgado) y el amateur (Pedro). Tras ese encuentro, decisivo para Pedro, (y el regalo que Sirgado le hace, un temporizador) Pedro se encuentra preparado para salir de su ostracismo y echarse al mundo a filmar sus películas. En este punto, se podría empezar a ver la “Arrebato”, puesto que se empieza a contar la historia de manera lineal, un año antes en el tiempo.
“Arrebato” vuelve al tiempo “presente”. Es entonces cuando Sirgado decide ver la película de Super 8 y ahí es otro punto de inflexión, y también se podría empezar a ver la película desde ese punto.

Cecilia Roth y Eusebio Poncela. Foto:. losojosdehipatia.com.
La precisión del trabajo de montaje de Sirgado (el profesional) contrasta con el método de filmar de Pedro (el amateur), que no corta ni hace contraplanos ni monta, sino que rueda y, luego, manda a relevar sus películas y las ve en su proyector constantemente.
Tras estos tres bruscos cambios de ritmo, se produce un cuarto más. Cuando Sirgado ve la película de Super 8 de Pedro, mientras sigue la narración en el casete, comienza otra película, la de la experiencia de Pedro en la gran ciudad, Madrid. En este momento la narración se enloquece. Se muestran diferentes imágenes que Pedro, que ya aprendió a montar en esta, su última película, intercala de manera enfermiza y sin solución de continuidad en sus propias películas. Este montaje “interno” de la película de Pedro conecta con el propio montaje que el director de “Arrebato”, Iván Zulueta, está haciendo, pues los trozos de películas que vemos insertados en la última película de Pedro, en enfermizo frenesí, pertenecen a antiguas películas de Super 8 del propio Zulueta, con lo cual, “Arrebato” se monta “a sí misma”, haciendo partícipe a la espectadora de ese mismo proceso.

Eusebio Poncela y Will More. elpais.com.
(Este momento conecta con el pasado fílmico de Zulueta: sus cortos, deudores de Val del Omar; su experiencia en el mundo de la publicidad; su interés por el cine “underground”, su primer filme, “Uno, dos, tres, al escondite inglés” (1969), donde ya se puede ver un ejemplo de novedosa forma de montaje y de contar una historia de forma abrupta y no lineal, con un ritmo descacharrado, imposible de atrapar. Y lanza, también, su influencia en otros filmes inmediatamente posteriores, como el largometraje estadounidense “Liquid Sky” (Slava Tsukerman, 1982).
Otro ejemplo del montaje sobre el montaje sobre el montaje. En “Arrebato” se hace burla de los modos del cine español del momento, 1979, cuando era habitual doblar a los actores con voces de otros. Iván Zulueta, el director del filme, dobla, a su vez, a los protagonistas. Es sabido que Pedro Almodóvar dobla a la actriz Helena Fernán-Gómez cuando su personaje, Celia, aparece en la última parte de la cinta).
Vuelvo a la película.
A todo esto, en “Arrebato” se suceden trozos de conversaciones, voces, músicas que no sabemos de dónde salen, si de la película de Pedro, del sonido ambiente que se oye en el apartamento de Sirgado o si es ensoñación de alguno (o los dos) protagonistas. Con todo este barullo, Ana, la amante de Sirgado, realiza una performance, disfrazada de Betty Boop, y se coloca delante de la pantalla en donde Sirgado está fascinado viendo la película de Pedro. Se rompe de nuevo el ritmo. Las imágenes de la película de Super 8 se proyectan en el rostro de Ana, que baila para Sirgado y canta “I want you, I need you, I love you” sobre un disco. Esto, mezclado con la voz en casete de Pedro, la película de Super 8, los ruidos ambientales… El punto de ensoñación es máximo en este momento.

Cartel original de 1979, pintado por Iván Zulueta. filmaffinity.com.
“Arrebato” también juega con otro elemento importante (otro más) y es el del vampirismo. Las películas de Super 8 que realiza Pedro contiene un elemento “vampirizador” la cámara, y las películas, van engullendo a Pedro poco a poco, hasta el punto en el que el joven no quiere ni desea otra cosa que verse filmado por una cámara que ya no responde a mandato. Sin embargo, antes de desaparecer, Pedro tiene un momento de lucidez y pide ayuda (u otra cosa) a Sirgado enviándole ese misterioso paquete con el casete, el Super 8 y la llave. Y aquí comienza otra vez “Arrebato”.