Cincuenta años de “Margarita y el lobo”.

En 1969 yo tenía 29 años y ya llevaba, al menos, una década trabajando a destajo escribiendo novelas de bolsillo que se vendían por cuatro perras y se intercambiaban en los quioscos. Yo era el especialista en novela femenina, de formato pequeño y no más de doscientas páginas. Tenía que escribir con nombres rocambolescos, a menudo absurdos, como Debra Rollister, Genviève La Grange o Madame Fetish (con este sobrenombre escribía novelitas picantes que se vendían  bastante bien). Aunque no hice carrera universitaria, sí que tenía amigos que estudiaban. De lo que más que se hablaba en esos momentos, dentro del mundo universitario, era de la Escuela Oficial de Cine (EOC), antiguo Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas.

Foto: dequevalapeli.com

Los años sesenta supusieron la época de esplendor de la EOC, y allí se formarían algunas de las personalidades que iban a dar que hablar en el cine de los años venideros, como Josefina Molina, Pilar Miró, Jaime Chávarri, Iván Zulueta o Cecilia Bartolomé.

Cecilia Bartolomé, izquierda, en un momento del rodaje. Foto: filmafinnity.

Cada alumno tenía que hacer prácticas al acabar el curso, estas prácticas consistían en una película de 35 milímetros que no podía durar más de media hora. Sin embargo “Margarita y el lobo” (1969), dirigida por Cecilita Bartolomé, pasaba de los 40 minutos.

Este mediometraje era el secreto mejor guardado de la EOC. Era un alegato escandaloso, al menos como se entendía entonces, contra el tardofranquismo y la situación de la mujer joven española. En “Margarita y el lobo”, dirigida en 1969,  no se escatimaban insultos a los grises, desprecios a la iglesia, comentarios sobre el aborto, la liberación femenina, la sumisión de la mujer y, sobre todo, las diferencias entre mujer y hombre, eso sí, dentro de la alta sociedad española.

Margarita, papel interpretado de manera soberbia por Julia Peña, es una joven estudiante de cine que, en una manifestación, conoce a Lorenzo (José Antonio Amor), un chico de la aristocracia madrileña. Se enamoran, o eso parece, y se casan pero ponto Margarita se sentirá asfixiada por el recoleto vetusto modo de vida de la familia de su marido.

Julia Peña y José Antonio Amor. Foto: YouTube.com

Manifestaciones había, y de qué manera, en el Madrid de la época, harto del franquismo. Y hubo muchos disturbios y  correrías delante de los grises,  y en alguno me vi envuelto yo sin comerlo ni beberlo. Aunque eso no haya trascendido, el clima al final de los años sesenta era tenso y se notaba en el aire que algo iba a pasar. Todo esto queda muy bien reflejado en la película de Cecilia Bartolomé, pero lo sorprendente es el retrato de Margarita que, huyendo de una vida de comodidades, decide romper con todo de una forma que hoy en día nos seguiría sorprendiendo y que nos parece imposible que se pudiera llevar a cabo hace medio siglo.

Julia Peña. Foto: lacabina.es.

Margarita y un señor con bigote. Foto: fimaffinity.

Hace poco me invitaron a una exposición de una señorita llamada María Ruido en aquel sitio que era el Matadero de Madrid y que ahora parece una verbena continua para jóvenes (que no lo son tanto). Fui, pues, por estirar las piernas y porque, al fin y al cabo, a uno al final no le gusta quedarse todo el día en casa con su gato. La exposición, que, en realidad, presentaba una serie de películas de esta muchacha María Ruido, estaba bastante bien, y era interesante. Uno de estas películas (o vídeos, ahora parece que lo llaman “vídeo-arte”, qué sé yo…), se llamaba “Lo que no puede ser visto debe de ser mostrado”, un cortometraje de algo más de diez minutos donde la directora entrevista a una serie de personas que hablan sobre el machismo que existía entre los “progres” de los años sesenta (válgame Dios, yo nunca he sido nada de eso), y, precisamente, Cecilia Bartolomé salía hablando del tema. Asimismo, en el cortometraje, (o vídeo-arte, llámenlo como quieran), salían algunas secuencias de “Margarita y el lobo”, filme del que había oído largamente pero nunca había visto.

Cuál no sería mi sorpresa cuando, al visitar recientemente el Museo Reina Sofía y dirigirme a su interesante cuarta planta, que alberga mucho arte español del siglo XX, me topo con que, en exposición permanente, y sin solución de continuidad, exhibían esta película mítica y enigmática, llena de un extraño magnetismo que, les garantizo, no les dejará indiferentes; así  que les animo a ustedes a descubrir: “Margarita y el lobo”.

Foto de portada: imi.ub.edu

 

 

https://vimeo.com/134701020

  • Share post

Permítanme que me presente; soy Paperback Writer, un hombre de honor, pero de escasa fortuna, que escribe novelas baratas de estilo petulante y carácter romántico que ya nadie lee (ni compra), por lo que me veo obligado a hacer chapucillas como esta para jovenzuelos, que no lo son tanto, y así sacarme unos cuartos y mantener casa, hacienda y honor en un estado, digamos, lineal. Soy de Madrid y estoy a punto de cumplir 80 años. ¡Salud!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.