#ARTE. BILL VIOLA, EL EJECUTOR DE UNA EMPRESA ATROZ.

UNA GRAN RETROSPECTIVA DEL  VIDEO-ARTISTA NEOYORQUINO BILL VIOLA ARRANCÓ EL PASADO VIERNES EN MADRID.

“Cielo y tierra”, 1992.

BILL VIOLA: ESPEJOS DE LO INVISIBLE.

Fundación Telefónica, Madrid.

Hasta el 17 de mayo de 2020.

Entrada libre.

Fotos: Refrescospepito, excepto donde se indique.

 

“Lo que vemos en esta exposición es su desarrollo personal [de Bill Viola]. Lo que él explora, cómo manipula el tiempo, lo que es el tiempo. Los científicos, de hecho, dicen que el tiempo no existe. No podemos verlo. Igual que los peces no ven el agua porque viven en ella. Bill contó una vez una historia de un antropólogo que estaba estudiando los chamanes en una ceremonia y un escéptico decía ‘Cómo sabemos que esto está pasando’, a lo que una mujer respondió ‘No puedes verlo todo, ¿puedes ver el martes? No, es un concepto·. 

(Entrevista a Kira Perov en elpais.com).

 

Kira Perov es una artista australiana, licenciada en lengua inglesa, que se ha dedicado a la producción cultural en su país, hasta que conoció al entonces desconocido artista de Nueva York Bill Viola, en 1978. Ella se fue a vivir con él y, desde entonces, es la persona que más ha estado ligada, íntimamente, al trabajo del artista. Kira Perov estuvo recientemente en Madrid preparando la exposición “Bill Viola: espejo de lo invisible”.

 

Kira Perov el miércoles en la Fundación Telefónica de Madrid. Foto: elpais.com.

 

En la entrevista que Kira Perov concedió recientemente a la revista Smode de El País, hablando de esta reciente exposición de su marido Bill Viola, Perov aconsejaba que  “no se utilicen los teléfonos en el show, porque interrumpirían al resto de los visitantes. Es un tiempo para reflexionar” y, precisamente, eso es algo que hay que resaltar de esta exposición. La exhibición BILL VIOLA: ESPEJOS DE LO INVISIBLE, que repasa toda la carrera del vídeo-artista, desde los años setenta hasta la actualidad, es para tomársela con calma, con tiempo, sin prisas. Así está concebida y así debe de visitarse.

La espectadora que se acerque al Espacio Telefónica tendrá que dejar el tiempo a un lado para poder adentrarse en el misterio de la obra de Bill Viola. En este exposición, no es la visitante quien decide la duración de la obra, como ocurre en un museo o galería que expone obras “estáticas” , sino es la propia obra la que va a determinar cuándo se acaba, si es que se acaba, claro. Y esta es otra de las grandes características del artista neoyorquino: muchas de sus obras están tomadas a cámara muy lenta, y la espectadora tiene que poner de su parte y estar dispuesta a pasar, en algunos casos, mucho tiempo atenta, mirando los casi imperceptibles movimientos de los protagonistas de estas obras.

“El quinteto de los sobrecogidos”, 2000

Así, en el amplío tercer piso de la Fundación Telefónica, se exponen estas obras de vídeo arte, que oscilan de entre unos pocos minutos a varias horas, donde las piezas tienen movimiento, no se representan como una obra “quieta”, en la que una decide si está cinco minutos o cinco horas. Hasta que no termine dicho momentito, no se acaba de ver esa obra.

A medio camino entre el vídeo arte o la película cinematográfica, las obras de Viola son realmente inclasificables, no ceden fácilmente su misterio y hay que adentrarse en ese mundo un poco con miedo y con expectación, como promete la sala oscura que nos invita pasearnos entre lo desconocido.

Sin embargo, Viola lo que expresa en sus obras, aparte de la extrañeza, es un estado emocional. Bill Viola trabaja con personas humanas, con elementos básicos como la tierra, el fuego, el aire y el agua, con emociones fácilmente reconocibles por cualquiera. Y también coge elementos del arte medieval. Precisamente, en su pieza “Catherine`s room”, cinco paneles individuales donde una mujer realiza diferentes acciones en su cuarto a lo largo del día, que es también a lo largo de su vida, pieza que conecta directamente con “Santa Caterina de Siena rezando”, obra de  Andrea di Bartolo de 1393, donde básicamente se representa lo mismo.

“La habitación de Catherine” (Catherine’s room), 2001.

El agua es también un elemento imprescindible que vamos a encontrar en muchas de sus obras. Cuando era pequeño, Viola estuvo a punto de ahogarse y fue salvado en el último momento. Mientras estuvo sumergido en el agua, el artista, niño, experimentó una sensación que, según sus palabras, estaba muy alejada del miedo.

“La piscina reflejada”, 1979.

Viola, aparte de sus obras para exposiciones, también ha trabajado para encargos, como haciendo portadas para la revista americana W, donde mostraba a la actriz Margot Robbie o al actor Jake Gyllenhall sumergidos en agua, como no podía ser de otra manera.

También ha colaborado con la banda de Rock industrial americana Nine Inch Nails, diseñando y realizando,( siempre, por supuesto, con su mujer Kira Perov sin la que, según él mismo ha dicho, no podría trabajar) los vídeos de la gira de su álbum “Fragile”, en el año 2000.

 

“A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no
creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una
red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa
trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se
ignoran, abarca todas la posibilidades.

No existimos en la mayoría de esos tiempos;
en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste,
que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al
atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas
palabras, pero soy un error, un fantasma”.

(Del cuento de Jorge Luis Borges “El jardín de lo senderos que se bifurcan”, 1949, obra de gran influencia para Bill Viola).

 

 

“Autorretrato sumergido”, 2018.

 

 

 

 

 

 

 

 

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